Uso de los parques “La Carolina” y “El Ejido” en función de la clase social

Resumen

Los parques La Carolina y El Ejido constituyen dos grandes espacios que forman parte de la infraestructura urbana de la ciudad, cuyos diseños fueron pensados para usos y funciones específicas; los cuales, de acuerdo al Municipio Metropolitano de Quito, órgano encargado del ordenamiento territorial de la ciudad, radican en “ser espacios amplios, seguros, de acceso público y gratuito que promuevan actividades culturales y ambientales para el encuentro común, el diálogo intergeneracional y el disfrute colectivo” (Secretaría General de Planificación, 2014, p.79). 

En este sentido, los parques se configuran como escenarios organizados capaces de regular y administrar la recreación y el ocio. Esto se evidencia en el diseño interno de los mismos y en sus elementos materiales, los cuales están fuertemente ligados a las ideas de recreación desde la óptica de la administración municipal. Sin embargo, pese a que los parques en su organización interna marcan los usos y fines de determinadas zonas, en la realidad, son las actividades y prácticas de los actores sociales las que otorgan significados a estos espacios. 

En virtud de lo señalado, los parques se constituyen como espacios de socialización y convivencia donde actores diversos interactúan. Es importante señalar que la convivencia entre estos actores sociales heterogéneos está determinada por la configuración espacial de los parques, ya que la organización del espacio puede suponer una potente herramienta que propicie dinámicas de integración y/o segregación en función de ciertos condicionantes, por ejemplo, la clase social en la que las personas se ubican y autoperciben. 

En este contexto, los parques La Carolina y El Ejido se configuran como dos microcosmos sociales que permitirán visualizar las manifestaciones de la sociedad y su interpretación de la realidad urbana.